miércoles, 1 de diciembre de 2010

Es tan lindo mirar el cielo

 
 
Siempre me ha gustado mirar al cielo.
(Estaba tumbada entre unos rastrojos de cebada y un majuelo. Como en tantas ocasiones, miraba una infinidad de estrellas en ese negro y profundo cielo, esa noche no era especial, y de nuevo sentí cómo se me aceleraba el corazón durante esos instantes en los que una estrella fugaz surcaba el cielo)
Aún recuerdo esas noches de verano. No siempre era verano, pero se repetía esa misma situación. ¿Qué ha sido de todas esas estrellas? ¿Dónde están además de en mi corazón? Puede que no sean más que polvo estelar. ¿Pero no es de polvo de estrellas de lo que están constituídos los sueños, las fantasías, ...? Al menos eso es lo que narraban en los cuentos.
Allá en ese lugar donde residen los recuerdos, podré encontrar aquello que nunca ocurrió. Paradójicamente, ese maravilloso mundo de la imaginación provocó esos sentimientos y sensaciones que tan hondamente se clavaron en mi recuerdo. Después de tanto tiempo, cuando miro al cielo en esas nochas de verano en las que raramente ese puden ver las estrellas, oyendo el rumor del mar, aún me sobrecojo cuando una estrella fugaz surca el cielo.

El gato enamorado

 El gato con botas
perdió su sombrero,
ya no tiene espada
ni blanco pañuelo.

 El gato con botas
está enamorado
de una gata blanca
que vio en el tejado.

 No encuentra reposo
ni caza ratones,
descuidó su aspecto
y sus pantalones.

 Anda por el monte
triste y compungido
pregunta a las flores:

¿Seré el elegido?

 Como no ha comido
hace varios días,
parece de un gato
su radiografía. 

 Por fin, decidido
va en busca del rey
para que los case
siguiendo la ley.

 Y dice el monarca
que es justo y sencillo

El rey le dice- ¿Dónde está la gata,
en dónde el anillo?

Y el gato con botas le respone-Allí en el tejado
la he visto, señor,
más no sé su nombre,
sólo su color.

 En toda la aldea
se pegan carteles.

 ¡Quien traiga la gata
tendrá mil pasteles!

 Y se dan las señas
que el gato recuerda:

Ojos de lucero,
dienticos de perla.

Pero nunca nadie
la gatita halló
porque en el tejado
lo que el gato vio
fue un rayo de luna
pálido y plateado
que sobre los techos
se quedó enredado.